miércoles, 10 de febrero de 2010

Llevaban un mundo nuevo en sus corazones





Hace poco he tenido el placer de acercarme a la historia de dos grandes personas. Mediante un documental cinematográfico y un libro respectivamente, he podido saber algo más de Cipriano Mera Sanz y José Pellicer Gandía.

Dos anarquistas que vivieron la por un lado hermosa y por otro trágica época de la Revolución Española de 1936. Con trayectorias distintas dentro de su ideal pero unidas por una máxima: el profundo respeto al ser humano y a su libertad.
El libro "José Pellicer. El anarquista íntegro" y el documental “las guerras de Cipriano Mera”.

José Pellicer es el prototipo de anarquista radical, culto, humanista, muy crítico con la estatalización que sufrió el movimiento libertario con la entrada en el gobierno de varios ministros de la CNT.
Fue un enemigo acérrimo de la militarización que las milicias confederales y de todo signo ya fuera socialista o de otro tipo tuvieron que realizar bajo imposición del gobierno ya en manos de los estalinistas del PCE. No obstante la columna de la que formó parte y que mas tarde llegó a dirigir una vez militarizada, la mítica Columna de hierro, fue la última en aceptar el orden castrense y por ello continuamente calumniada desde los cobardes de la retaguardia. Columna que llego a tener unos 300o efectivos y que tuvo que tragar caros y carretas en pro de la causa antifascista que poco a poco devolvía sus propiedades a los señoritos y acababa con las colectividades y el espíritu igualitario de la revolución. Ni siquiera dejaron de disparar contra el fascismo cuando en Valencia, en la actual plaza Tetuán los comunistas ametrallaron el entierro de un miliciano de la “Columna de Hierro” y mataron a más de 30 personas.
Sufrieron desprecio, escasez de todo tipo de material bélico y muchas veces fueron utilizados como fuerza de choque, hasta su casi total exterminio.

Cipriano Mera, albañil y anarquista. Conoció a Durruti en 1933 y cuando formaron el Comité revolucionario de Zaragoza fue encarcelado.
En 1936 se traslada a Madrid y participa en la huelga de la construcción por lo que vuelve a ser encarcelado. La sublevación fascista es derrotada por el pueblo en armas y Mera es liberado. Es parte de una columna anarquista que ocupa Alcalá de Henares, Guadalajara y Cuenca todas ellas en manos de los fascistas.
Mera no era contrario a la militarización al contrario que Pellicer. No obstante asumió sin reparo el cargo de comandante de la 14ª división que participó en la defensa de Madrid en 1936 y que logró la única victoria del ejercito republicano en toda la guerra humillando a los italianos en Guadalajara.
Fue ascendido a teniente coronel y asumió el mando de todo un cuerpo del ejercito republicano.
Tras la caída de Barcelona y ante la imposibilidad de la victoria y buscando evitar mas derramamientos de sangre, apoya el golpe de estado del coronel Casado, eliminan el gobierno Negrín y la influencia del PCE y logran evacuar Madrid salvando miles de vidas.
Consigue huir a Argelia y tras una penosa estancia en campos de prisioneros del Zagreb en 1942 Francia ya tomada por los nazis, entrega a Mera a las autoridades españolas.


Y después de esta introducción biográfica a estas personas voy a explicar el título de mi entrada por una serie de historias que me hicieron pensar muchísimo y que se dan en estas dos figuras del anarquismo ibérico.
Cuenta en el documental sobre Cipriano que cuando este estuvo preso en Burgos conoció a José Escobar que lo muele a palos en los calabozos.
"Me bajó al sótano, la emprendió conmigo y me hizo perder un diente".
Según el testimonio del escritor Gregorio Gallego: "La primera vez que lo vi, me encontré a Cipriano en un charco de sangre en el suelo, inconsciente. Terminaban de torturarlo".
Al cabo de unos años tras derrotar a los fascistas en Guadalajara por vez primera (lo haría en dos ocasiones) Cipriano vuelve a encontrarse con su torturador esta vez preso.
"Me reconoció en seguida, y sin poderlo remediar, pues tal era su pánico, me dijo que él no era malo... Le respondí que no necesitaba explicaciones, que para mi era un hombre vencido y que por mi parte no le pasaría nada, y le recomendé que se vistiera de paisano y se confundiera con la gente."
El caso de José Pellicer es similar. Desde el estallido de la guerra en 1936 usó sus influencias para salvar a decenas de personas de las ejecuciones y venganzas personales típicas de esos tiempos. Escondió y facilitó indentidades falsas para que pudieran escapar a curas, personas de derechas en general y todo aquel que le pidió ayuda. No se trataba ni mucho menos de traición sino de ser consecuente con unos ideales. Si pretendes cambiar el mundo y la forma de relacionarse entre los que en él habitamos no puedes cimentar ese cambio sobre más de lo mismo: autoridad, represion y salvajismo. Esta claro que militarmente es menos efectivo no eliminar al enemigo cuando se te presenta la oportunidad pero es que no se trata sólo de una victoria en el aspecto militar. Se trata de convencer al mundo que otro mundo es posible y que lo queremos. José y Pellicer no dudaron en levantar armas contra aquellos que se levantaron contra el pueblo y en defensa de los privilegios pero jamás abusaron de su autoridad contra personas indefensas o a las que se suponía que ivan a tener de enemigas. Eran personas que como buenos anarquistas confiaban en el potencial del ser humano y he ahí su grandeza.

EL FINAL
Después de ser capturado por los franquistas , y después de haber pasado tiempo en celdas donde se tenía a los condenados a muerte, Cipriano Mera fue indultado debido a la necesidad de mostrar moderación del regimén franquista ante los aliados que recién habían ganado la segunda guerra mundial. Llegó a contactar con el citado antes José Escobar, su torturador quien no había olvidado la vez que Cipriano le perdonó la vida y después de que este le pidiera un favor para mejorar las condiciones de una persona presa no dudo hacerlo afirmando que “un deseo de el para mi es una orden”.
Se exilió en Francia donde continuó su vida de militante anarquista. En el documental cuentan una simpática anécdota: la de un Cipriano Mera anciano “escapándose” de casa ante la desesperación de sus familiares para participar en las movilizaciones de mayo del 68. Se privó sin embargo de ver morir al dictador ya que con la edad de 77 años murió apenas un mes antes que Franco.

Respecto al final de José Pellicer es mucho más triste. Después de haber sido herido en la guerra fue detenido por la checa comunista del SIM por “actividades subversivas”. Pasó en una prisión secreta todo el final de la guerra y cuando los comunistas huyeron José se negó a abandonar la Peninsula. Se cuenta que una vez capturado por los fascistas acabó con sus huesos en el tristemente conocido “campo de los almendros”. Mas tarde sufrió un calvario de atroces torturas durante 14 días tras las cuales acabo firmando declaración de culpabilidad de todo lo que se le acusaba por disparatado que fuera. En el juicio se desdijo pero no era este sino una farsa. Lo demuestra el hecho de que a favor de José testificaron decenas de personas de derechas y religiosas que afirmaron que este les había salvado de ser asesinadas y las había dado protección. De nada sirvió, ya estaba condenado. El 8 de Junio de 1942 era fusilado junto a su hermano Pedro.
Antes de morir dejó esta carta a sus seres queridos que aun se conserva:

“Madre, Lolita y Maruja. Bueno, también vicente y las nenas.
Ya hemos llegado al fin. Como vereis no me equivoque. Fueron más aprisa de lo normal. Era de esperar. Hoy mismo firmaron el auditor y Capitán General. Os contaría muchas cosas y hacía cuenta de haberos escrito con tiempo una carta a cada una. No ha podido ser. Sabed que os adoro y que caeré pensdando en vosotras ¡Qué triste es que le haya tocado tambien a Pedro!
Quereros mucho y cuando haya alguna diferencia entre vosotras que el pensar en nosotros sea lo que la disipe. Procurad educar bien a la nena y enseñadla a quererme. Y que a través de vosotras y de cuantos conmigo convivieron aprenda a quién fue su padre.
Supongo nos enterrareis juntos. Deseo que haya flores a menudo. Y en los aniversarios hacedle regalos a la nena en mi nombre.
Y ni que decir tien que a medida que murais desearía os enterrasen junto a nosotros. Asi al menos estariamos entonces juntos.
Pienso que mañana, cuando nos recojais nos dareis un beso. Aunque muerto lo recibiré con toda el alma.
Enterradme desnudo y lavadme, estoy unos dias sin duchar. Mucho os contaría. No puede ser. Me esperan con impaciencia. Tenede la seguridad de que caeremos como hombres.
No besos ni abrazos, todo el amor, la ternura y el cariño de vuestro Pepe.
Cuidad mucho de mi madre y tomadlo con calma. La vida, aunque un poco triste, continuará para vosotros. Vividla lo mejor posible. Tú, Vicente, se un hombre.
El último beso para mi niña”.

Pepe.

Episodios como este me hacen darme cuenta de que nuestro pais está actualmente cimentado sobre la sangre de tan nobles personas que lucharon para darnos una vida mejor y fracasaron. Hoy ni se les recuerda.
José te prometo que algún día yo también te llevaré flores.